Una espadachina obligada a redimirse con trabajos forzados por enfrentarse a los dioses. Cuando estuvo en la isla de los gigantes, se encontró con una
criatura demoníaca que se alimentaba de otros demonios. Sin embargo, se dio cuenta de que este ser también podía consumir poder mágico y maldiciones. Aunque vaciló un instante, reunió todo su valor y se lanzó contra el cuerpo mucoso de la criatura. La maldición que le impusieron los dioses fue consumida por el demonio y así volvió a su forma original. La rejuvenecida espadachina selló al útil monstruo sin matarlo e inició un viaje para disfrutar de su nueva libertad.